Te odio como se odia la melancolía y la soledad
Con la ira de la desesperanza y la tristeza.
Te contemplo en la mirada
lejana del pasado
Te odio y en el camino,
me odio también por tanta ira
Son días turbulentos de tormentas y volcanes
De pasiones desmedidas y
ausencias infinitas
Siento la impotencia de no hacer lo necesario
La agonía de sentirme pequeña y prescindible
De ser apenas un guijarro
arrastrado por la inercia
No sé qué furia me domina, por qué tanto dolor
No entiendo este torbellino que me acosa
Ni este vacío cósmico de hielo y silencio
Que me quema y me congela
y me confunde
¿Por qué hoy y no mañana?
No quiero ser tafetán amortajado,
Ni llanto en el
pasado, ni risa amortiguada,
Vivir en esta constante espera de lirios blancos
Y luces tenues que borran los duros perfiles de mi imagen
Quiero entender qué me falta y dónde estoy
Qué tiene la mañana que me llena de ansiedad
Por qué la tarde languidece entre ataúdes
Te odio porque
vienes traidora, a hurtadillas,
Y me robas la esperanza y la pasión,
La alegría, la palabra y el recuerdo
Me dejas sola
contemplando aquellos días
Decrépita vejez de
ocasos trashumantes.